- Corte total en el Puente del Zulema desde el 6 de octubre; cinco semanas de obras y desvíos por M‑224 y M‑203.
- Villalbilla y Corpa denuncian atascos y piden más señalización; un traslado urgente llegó a tardar 40 minutos.
El cierre del Puente del Zulema, en el kilómetro 24,5 de la M‑300, ha convertido la entrada y salida por el corredor sureste en un embudo en horas punta. En su tercer día de aplicación, el tráfico se ha resentido más allá del Gurugú, con efectos en Villalbilla, Torres de la Alameda y Corpa. Los regidores locales coinciden en que la intervención es necesaria, pero alertan de un arranque con atascos prolongados y demoras sensibles en servicios esenciales. Tal y como se contó en ‘Hoy por Hoy Henares‘, los alcaldes consultados describieron ese arranque como caótico.
La Comunidad de Madrid mantiene el corte total para ejecutar trabajos de reparación y ensanche del puente, con una previsión de cinco semanas de obra. En paralelo, se ha habilitado el desvío principal por las carreteras M‑224 y M‑203, así como pasos provisionales para peatones y ciclistas. El objetivo técnico de la actuación incluye ganar seguridad y espacio en el tablero para mejorar la accesibilidad al entorno natural del río Henares y Los Cerros.
En la práctica, el tráfico quedó detenido desde primera hora de la mañana en los accesos a Alcalá y en los ramales hacia M‑224, M‑204 y M‑203. Los alcaldes de Villalbilla y Corpa describen una situación caótica en las franjas de mayor demanda, con cruces saturados y rotondas al límite de su capacidad. Entre las medidas que reclaman de inmediato figuran más señalización de los itinerarios alternativos y presencia de agentes para ordenar los puntos críticos.
El mayor motivo de preocupación pasa por las emergencias. Según explican los responsables municipales, un traslado sanitario desde el Hospital Universitario Príncipe de Asturias hasta Villalbilla llegó a tardar alrededor de 40 minutos, un tiempo muy por encima de lo habitual con prioridad de paso. Este tipo de demoras obliga a revisar la gestión de carriles y a garantizar corredores rápidos para ambulancias y vehículos de seguridad.
El impacto también alcanza al transporte público. Varias líneas interurbanas han ajustado recorridos y horarios —con supresión temporal de paradas en el entorno del Gurugú— y se prevén retrasos añadidos por el incremento de kilómetros en ruta. Las afecciones se concentran en las primeras horas del día y en los retornos vespertinos, cuando coinciden trabajadores y transporte escolar.
A pesar del mal arranque, los ayuntamientos afectados subrayan que el puente necesitaba una intervención de fondo por cuestiones de capacidad y seguridad. La clave, insisten, será reforzar la gestión diaria del tráfico: señalética clara antes de los cuellos de botella, regulación manual en intersecciones sensibles y coordinación permanente con 112 para priorizar emergencias.
De cara a las próximas semanas, el éxito de la obra dependerá de esa microgestión: si las medidas correctoras se intensifican y se ajustan a la demanda real por franjas horarias, el cierre podrá completarse con menos impacto; si no, el atasco crónico se consolidará y el coste en tiempos de desplazamiento crecerá. El seguimiento de los tiempos de respuesta de ambulancias y la puntualidad del autobús serán los termómetros más fiables del plan de desvíos.