- Las altas temperaturas provocan cada verano un aumento de hospitalizaciones, especialmente entre personas vulnerables que no logran adaptarse al calor extremo.
- Reconocer los síntomas como mareos, piel seca, confusión o fiebre alta puede marcar la diferencia entre una intervención a tiempo y un desenlace grave.
Las temperaturas extremas no solo incomodan: pueden poner en peligro tu salud. Con el primer episodio de calor intenso del verano, es clave reconocer los síntomas de un golpe de calor y saber cómo actuar. Aunque los mayores, niños y personas con enfermedades crónicas son los más vulnerables, cualquier persona puede verse afectada si no toma medidas de prevención.
Con la llegada de la primera ola de calor, toda precaución es poca para protegerse de las temperaturas extremas. Los colectivos más vulnerables —como personas mayores, niños, embarazadas, personas con enfermedades crónicas o quienes trabajan al aire libre— deben extremar las precauciones. Pero las recomendaciones se extienden a toda la población: nadie está exento de sufrir un golpe de calor.
Este tipo de episodio se produce cuando la temperatura corporal aumenta de forma brusca por exposición prolongada al sol o por realizar actividad física en ambientes muy calurosos y mal ventilados. «En la primera ola de calor del verano hay mucha gente que no se ha enfrentado todavía a muy altas temperaturas, y el cuerpo no se ha aclimatado ni ha introducido en su rutina diaria los hábitos de autoprotección, y eso es lo que hace que sea la más agresiva y la que tiene una mayor mortalidad», advierte el responsable del Observatorio de Salud y Cambio Climático del Ministerio de Sanidad, Héctor Tejero.
El golpe de calor es una urgencia médica grave que ocurre cuando el cuerpo pierde su capacidad para regular la temperatura interna, alcanzando o superando los 40 ºC. A diferencia de otros trastornos relacionados con el calor, como el agotamiento térmico, el golpe de calor implica un fallo en los mecanismos naturales de refrigeración, como la sudoración. Esto puede provocar daños en órganos vitales e incluso la muerte si no se trata a tiempo.
Suele aparecer tras una exposición prolongada al sol o un esfuerzo físico intenso en ambientes calurosos, especialmente si la persona no ha ingerido suficiente líquido o no está acostumbrada al calor. Los síntomas evolucionan rápidamente, por lo que actuar con rapidez es clave para evitar consecuencias graves.
Cada verano se registran en España más de 1.000 hospitalizaciones vinculadas al calor extremo, según datos del Instituto de Salud Carlos III. En los episodios más intensos, como los vividos en 2022, se estimó que más de 4.000 muertes estuvieron relacionadas con las altas temperaturas. Los expertos coinciden en que la mayoría de estos casos podrían haberse evitado con una correcta prevención.
Según la Cruz Roja, los primeros síntomas de un golpe de calor pueden confundirse con malestares comunes. La persona afectada puede notar sed intensa, sequedad bucal, sensación de calor sofocante o una sudoración excesiva, que en algunos casos desaparece. A ello se suman mareos, debilidad, calambres musculares, náuseas, vómitos y dolor de cabeza, a menudo descrito como una opresión pulsante. Si la situación se agrava, pueden aparecer agitación, irritabilidad, confusión, alteraciones del comportamiento o incluso pérdida de conciencia.
Ante estos signos, los expertos recomiendan trasladar a la persona a un lugar fresco y ventilado, aflojarle la ropa y aplicar paños húmedos o compresas frías para bajar la temperatura corporal, evitando cambios térmicos bruscos. Si está consciente, se le puede ofrecer agua en pequeñas cantidades, mejor si está ligeramente salada. En ningún caso se deben administrar medicamentos para bajar la fiebre, como ibuprofeno o paracetamol, ni frotar la piel con alcohol. Si la persona pierde el conocimiento o los síntomas son graves, es imprescindible llamar al 112.
La mejor forma de evitar un golpe de calor es la prevención. Se recomienda hidratarse con frecuencia, incluso sin tener sed; evitar la exposición al sol y la actividad física entre las 12:00 y las 18:00; vestir ropa ligera y de colores claros; y buscar lugares frescos para descansar. Además, es importante tener en cuenta que algunos medicamentos pueden aumentar la sensibilidad al calor.
También hay que prestar atención al bienestar de las mascotas. Es fundamental no sacarlas a pasear durante las horas de más calor, no dejarlas encerradas en vehículos o espacios sin ventilación, y procurar que su entorno esté bien acondicionado. Ante cualquier signo de golpe de calor en un animal, como jadeo excesivo, debilidad o desorientación, es urgente trasladarlo a un lugar fresco, humedecer su cuerpo con agua templada y acudir inmediatamente al veterinario.