- La desaparición de la perrita coincidió con un entorno en obras y zonas verdes poco cuidadas, lo que complicó su búsqueda.
- La rápida coordinación vecinal a través de WhatsApp y redes sociales permitió extender la batida por todo El Olivar.
La mañana del sábado en el barrio de El Olivar comenzó con sobresalto para una familia recién llegada a la zona. Su perrita Duna, una cachorra de apenas cuatro meses, se perdió tras soltarse accidentalmente de la correa y huir asustada por el sonido metálico al caer contra el suelo. El incidente ocurrió en las inmediaciones de las obras de Las Sedas, un entorno todavía en desarrollo que conecta con amplias zonas verdes.
El Olivar, situado a las afueras de Alcalá, combina áreas residenciales de reciente construcción con grandes espacios de campo. Estos terrenos, poco cuidados y en ocasiones cubiertos de maleza, cardos y arbustos espesos, generaban inquietud entre los vecinos, que temían que la pequeña se hubiera quedado atrapada en algún lugar de difícil acceso. “Nos preocupaba que se hubiera enredado con la correa en cualquier matorral y no pudiera salir por sí misma”, explicaba uno de los vecinos que participaron en la búsqueda.
La búsqueda de Duna no tardó en movilizar al vecindario. Un grupo de WhatsApp creado de urgencia sirvió para coordinar los esfuerzos de decenas de personas, que se organizaron en turnos y se repartieron el terreno en varios grupos. A pie, en coche, bicicleta o incluso patinete, rastrearon durante horas cada rincón del barrio y de las zonas colindantes, con la colaboración activa de la protectora Tribu Alma Animal, que se sumó a la batida.
El caso rápidamente saltó también a las redes sociales. Las imágenes de la cachorra se difundieron por distintos perfiles vecinales y particulares, ampliando el alcance de la búsqueda y reforzando la solidaridad entre los residentes. El barrio se volcó de lleno, transformando lo que comenzó como un accidente en una muestra palpable de comunidad.
Finalmente, y tras varias horas de incertidumbre, Duna fue localizada asustada y enredada entre las ramas de un seto en El Olivar. El hallazgo puso fin a la angustia de su familia y trajo alivio a todos los que habían participado en la batida. Una vecina que llevaba tiempo recorriendo la zona bajo el sol consiguió dar con ella y asegurarla.
De regreso a casa, la familia destacó la enorme movilización vecinal y la solidaridad mostrada. La propietaria resumió el sentir con un mensaje emocionado: “ha sido increíble ver la inmensa cantidad de gente buena que hay aquí, dispuesta a ayudar aunque tengan que pasar horas al sol andando”. También tuvo un recuerdo especial para Víctor, el vecino que finalmente localizó a la cachorra tras una larga jornada de búsqueda. «Es esperanzador ver que todavía hay tanta y tanta gente buena», añadió.
La historia de Duna deja una estampa poco habitual en un barrio joven y todavía en construcción: la de una comunidad capaz de organizarse y volcarse en la ayuda mutua. Más allá del susto, la experiencia ha reforzado los lazos vecinales en El Olivar y ha mostrado el potencial de la colaboración ciudadana cuando se trata de proteger a los más vulnerables, aunque se trate de una pequeña cachorra.