- Una iniciativa vecinal que conecta comercios y personas para cubrir necesidades básicas sin burocracia.
- Julia, su impulsora, reivindica la dignidad como el motor de una red que crece con cada gesto solidario.
Este sábado 5 de abril, Café Pendiente celebrará su 7º aniversario. No habrá discursos institucionales ni cortes de cinta. Habrá abrazos, agradecimientos y rostros conocidos y desconocidos que se han encontrado durante años alrededor de una misma idea: ayudarse sin pedir nada a cambio. Desde 2018, esta red ciudadana ha crecido en silencio, tejida por comercios de barrio, vecinos anónimos y un hilo invisible pero fuerte llamado empatía.
El encuentro tendrá lugar en el restaurante Abrasador Casa Benito, en la Avenida de Madrid 14, de 17:00 a 20:00 horas. Contará con la colaboración de Fotomatón Fama, que instalará una plataforma 360º para que quien lo desee se lleve un recuerdo audiovisual. Pero sobre todo, será una excusa para verse las caras.
Una red ciudadana nacida de la empatía
Desde El Complutense hemos tenido la oportunidad de hablar en profundidad con Julia, una de las personas responsables de Café Pendiente, que compartió con nosotros el origen, funcionamiento y filosofía de esta iniciativa vecinal nacida en Alcalá de Henares.
Julia explica que Café Pendiente no es una asociación ni una entidad oficial: «Somos una red tejida por ese hilo de solidaridad, de empatía, de ayudar al que está a tu lado, porque está pasando un mal momento y necesita apoyo en lo básico para vivir con dignidad».
Inspirados en la práctica napolitana de dejar un café pagado para alguien que no pueda costearlo, esta red ha ido más allá. «Nosotros hemos querido llegar a más y ayudar en el día a día con lo que todos usamos: una barra de pan, pescado, productos de limpieza… sobre todo alimentación.»
Una red presente en todos los barrios de la ciudad
Actualmente, más de 45 comercios en Alcalá están implicados en esta red. Julia destaca que en prácticamente todos los distritos hay, al menos, dos comercios participantes. Entre ellos, panaderías, carnicerías, librerías, peluquerías o incluso inmobiliarias, que en algunos casos se convierten en despensas improvisadas donde los vecinos dejan productos básicos como gel, conservas o lavavajillas.
El contacto constante a través de WhatsApp permite saber qué hay en cada punto y qué necesita cada familia. «Sabemos lo que cada familia ha recibido, lo que no tienen, lo que les hace falta. Somos un puente entre quien ayuda y quien necesita.»
Además, usan las redes sociales como altavoz para visibilizar situaciones urgentes o solicitar ayuda concreta: «Usamos las redes para gritar, como yo digo. A veces solo con escuchar a alguien ya le estás ayudando».
Ayuda sin trabas: lo primero son las personas, no los papeles
Uno de los aspectos más importantes para Julia es que Café Pendiente no pone barreras administrativas. «A veces, por no estar empadronado o por un maldito papel, te vas a casa con el carro vacío. Eso es indignante. Para nosotros, lo primero son los niños.»
Muchas personas se acercan buscando ayuda, pero también orientación o simplemente alguien que les escuche. Aunque hay situaciones en las que no pueden intervenir directamente —como casos de violencia de género—, desde la red derivan a entidades especializadas con las que están en contacto. «No podemos con todo, pero sí orientar y acompañar.»
Durante la pandemia, la red multiplicó su alcance
Durante el año, también organizan campañas de ropa, material escolar o juguetes, especialmente en momentos clave como el inicio del curso o las Navidades. La pandemia supuso un antes y un después. «El COVID fue brutal, pero ayudamos a un montón de gente. Nos organizamos entre vecinos y asociaciones para llevar compras a quienes lo estaban pasando mal», recuerda.
Café Pendiente ya existía antes de la pandemia y, según cuenta Julia, entonces también tuvo un gran impacto: «Salimos por Madrid Directo, por Telemadrid… porque creo que esto era y sigue siendo necesario».
Siete años después, una celebración para dar las gracias
Asegura que uno de los mayores logros es cuando una familia deja de necesitar ayuda. «Eso es lo que nos mueve. Saber que han salido adelante, que han recuperado la esperanza y que, de alguna manera, hemos estado ahí, junto a ellos.»
Julia lo resume así: «Tenemos la magia de no ser asociación, de no tener que cumplir con nadie, de hacer esto como nosotros creemos que se debe hacer. Es un trato directo con la persona, con la empatía, con la solidaridad. Sobre todo, Café Pendiente es apoyo y esperanza para quienes tan mal lo están pasando.»
Este sábado, la red celebrará su aniversario como ha vivido estos siete años: entre vecinos, sin protagonismos, con humildad y con la satisfacción de saber que, a veces, un gesto cotidiano puede ser una verdadera red de salvación.