- Celia ha logrado una de las notas más altas de la PAU en la Comunidad de Madrid, y la más alta registrada este año en Alcalá de Henares.
- La joven, alumna del IES Complutense, asegura que no se obsesionó con la nota: “Solo quería tener la nota más alta posible para poder elegir”.
Era 13 de junio y Celia Van Ostran estaba en Alicante, de viaje con sus amigos. El plan: desconectar tras el sprint final de segundo de bachillerato y la temida PAU. Pero ese día no era uno cualquiera. Era el momento de conocer las notas. El portal de la Universidad de Alcalá, colapsado. Celia, impaciente. Y cuando por fin accedió a la plataforma, la sorpresa: 13,95 sobre 14. Una de las notas más altas de toda la Comunidad de Madrid. La más alta de Alcalá de Henares. «Me veían saltando por la calle», recuerda entre risas.
Celia tiene 18 años recién cumplidos —nació el 14 de junio— y ha terminado el Bachillerato de Ciencias y Tecnología en el IES Complutense. Ha cerrado esta etapa con una media perfecta de 10 y un expediente que habla por sí solo. Pero no todo ha sido estudiar. También le gusta pintar y ha estado vinculada al deporte desde pequeña, especialmente al balonmano, aunque este último curso lo aparcó para centrarse en los estudios.
La pintura y el deporte no han sido solo pasatiempos: le han ayudado a equilibrar el estrés de los estudios y mantener una rutina saludable. «Este año no he podido jugar, pero el balonmano siempre ha sido una parte importante para mí», confiesa. Añade que espera retomar ambas aficiones este verano, tras meses de esfuerzo concentrado en los estudios.
«Mayo fue de los meses más largos y cansados de lo que llevo académicamente, pero sabía que era el último empujón», explica. El esfuerzo valió la pena, aunque confiesa que nunca imaginó alcanzar una nota tan alta. «Sabía que me habían salido bien, pero no lo esperaba. Yo solo decía que quería tener la nota más alta posible para poder elegir entre todas las opciones que quisiera».
La fase obligatoria de la PAU la cerró con un 9,875. Las asignaturas específicas elevaron su nota hasta el 13,95. Solo cinco centésimas la separan del 14, el máximo. ¿El motivo? «Fue Inglés la que me bajó la nota, pero no porque fuera difícil, sino porque tuve problemas con el tiempo». Ella misma reconoce que los exámenes de Matemáticas, Biología y Química fueron especialmente complicados este año. «Se les fueron de las manos», afirma. Sin embargo, asegura que se preparó con la misma metodología que para Bachillerato: constancia, repaso diario y confianza en su propio criterio.
Aun así, Celia logró salir airosa de unas pruebas que generaron críticas generalizadas en toda la región. Su caso es la excepción que confirma la regla: excelencia pese a las dificultades. «Nunca me obsesioné con la nota», insiste. «Solo quería tener la tranquilidad de poder elegir lo que quisiera sin estar limitada por la nota de corte».
¿Hubo celebración? «Las notas fueron un poco mi regalo de cumpleaños, pero no celebré ser la nota más alta. Solo quería estar con mi familia y descansar», cuenta. Sin embargo, el viaje a Alicante con sus amigos sirvió como una forma espontánea de celebración compartida tras el fin de curso. Un cierre perfecto para una etapa intensa. «Fue un viaje muy especial por el momento en que llegó y con quién lo compartí. El broche perfecto a segundo de bachillerato».
En septiembre, Celia comenzará el grado en Biotecnología en la Universidad Politécnica de Madrid. No siempre lo tuvo tan claro. Dudó entre Veterinaria, Medicina y alguna ingeniería, hasta que varios de sus profesores supieron orientarla hacia esta disciplina. «Dentro de la carrera, me llama mucho la atención el ámbito sanitario y poder aplicar la ingeniería genética y todas las nuevas tecnologías para un fin médico».
A medio plazo, no descarta dedicarse a la docencia. «Probablemente acabaré estudiando algo para ser profesora de instituto», afirma con convicción. Como opciones alternativas, también valoró Bioquímica y Biología Sanitaria, esta última en la Universidad de Alcalá.
Ahora, toca parar y respirar. «Solo pienso en pasarlo rodeada de mi familia y amigos. Descansar mucho y retomar actividades como el dibujo, que por los estudios de este año tuve que dejarlo», nos cuenta. Y aunque aún no tiene destino decidido para las vacaciones, lo tiene claro: «Cualquier sitio suena bien con la sensación de haber hecho bien tu trabajo».
Pablo Benito, profesor de Biología y uno de sus referentes durante segundo de bachillerato, recuerda muy bien su evolución: «Celia es una alumna de gran valía académica y personal, trabajadora, constante, atenta y buena compañera. Este año compaginó el curso con la participación en la Olimpiada de Biología, incluso cuando coincidió con exámenes de evaluación, lo que demuestra su compromiso y capacidad organizativa».
Según Pablo, Celia no solo destacó por su rendimiento, sino por su actitud en el día a día: «Mostraba una curiosidad sana, un espíritu crítico y una madurez poco habitual para su edad». Y concluye: «Es una alegría para el profesorado ver que todo su esfuerzo, no solo de un curso, sino de toda su etapa académica, cristaliza en un resultado tan extraordinario. Nos ha dejado huella».
Celia Van Ostran representa a una generación que, pese al cansancio, la presión y las exigencias académicas, sigue apostando por el esfuerzo y la excelencia. Con los pies en la tierra, una satisfacción visible y una nota que impresiona, esta joven alcalaína comienza una nueva etapa con la tranquilidad de quien sabe que lo ha hecho bien. Y con todo un futuro por delante.