Alcalá de Henares, una ciudad con un rico legado medieval, fue un cruce de caminos donde convivieron culturas cristianas, árabes y judías, lo que dejó una huella indeleble en su gastronomía. Durante la Edad Media, la alimentación no solo era una necesidad básica, sino que reflejaba el estatus social y las tradiciones culturales de la época.
Los productos locales, como las carnes, legumbres y cereales, formaban la base de la dieta, pero las influencias externas, especialmente de la cocina árabe y judía, enriquecieron los platos con nuevas especias y técnicas. Alcalá, ubicada estratégicamente entre Madrid y otros importantes centros comerciales, se beneficiaba de la llegada de mercaderes que traían consigo ingredientes exóticos y nuevas formas de cocinar.
Hoy en día, el Mercado Cervantino, celebrado cada año, es uno de los eventos más importantes de la ciudad y una de las mayores representaciones del legado medieval. Durante este evento, las calles de Alcalá se llenan de puestos que evocan el comercio y la gastronomía de la época, permitiendo a locales y visitantes sumergirse en los sabores y olores que una vez llenaron las mesas medievales.
Desde los humildes guisos de los campesinos hasta los opulentos banquetes de los nobles, la alimentación medieval estaba marcada por la disponibilidad de recursos y las restricciones religiosas, como los ayunos y las celebraciones festivas. Los monasterios, como el de San Bernardo en Alcalá, también desempeñaron un papel importante en la preservación de recetas y técnicas culinarias.
Platos principales de la cocina medieval española
En la España medieval, la alimentación variaba considerablemente según la clase social y la disponibilidad de ingredientes. En una ciudad como Alcalá de Henares, con su rica mezcla de culturas y su papel como centro comercial, la diversidad gastronómica se hacía evidente en los platos que se consumían a diario.
Guisos y estofados: El alma de la cocina
Los guisos eran el plato más común entre todas las clases sociales. Las variantes más humildes, como el puchero o las ollas de legumbres, eran una mezcla de ingredientes básicos como garbanzos, lentejas y verduras de temporada, a menudo cocidos con trozos de carne de cerdo o huesos para darles sabor. En contraposición, las clases altas disfrutaban de guisos más elaborados como la olla podrida, que incluía diferentes tipos de carne, especias y embutidos.
En eventos importantes, como las festividades de los señores de Alcalá o en las ferias medievales, era común preparar estofados de caza con carnes como el jabalí o el ciervo, aderezados con hierbas y especias traídas de Oriente.
Sopas: Alimentos reconfortantes
Las sopas eran otro de los platos básicos, especialmente en las estaciones frías. Entre las más comunes se encontraba la sopa de ajo, hecha con pan duro, ajo, aceite y pimentón, que proporcionaba un alimento caliente y sencillo para los campesinos. En Alcalá de Henares, se cree que las versiones locales de estas sopas también incluían productos de la huerta complutense, como las espinacas o las acelgas.
Carnes y pescados: El lujo de la mesa
En la Edad Media, la carne era un lujo al alcance de pocos, pero en ciudades como Alcalá, las clases altas disfrutaban de asados de cordero o de cerdo, a menudo servidos en grandes banquetes. Las aves, como la perdiz y el pavo real, también se consumían en estos banquetes, acompañadas de salsas agridulces que combinaban miel, frutos secos y especias.
Los habitantes cercanos al río Henares también tenían acceso a pescados de río, como la trucha, que se preparaba asada o en escabeche para preservarla. Además, el bacalao en salazón, traído desde las costas del norte, era un plato común en tiempos de cuaresma, cuando el consumo de carne estaba prohibido.
Dulces y postres: El legado árabe y judío en la mesa medieval
Uno de los grandes tesoros que la cocina medieval de Alcalá de Henares heredó de sus comunidades árabes y judías fue la tradición de los dulces. Aunque el azúcar era un lujo escaso en la Edad Media, los dulces se elaboraban con ingredientes locales como la miel, los frutos secos y el aceite, creando sabores únicos que, en muchos casos, aún perduran en la cocina española actual.
Postres de influencia árabe
Gracias a la presencia árabe en la península, en ciudades como Alcalá se popularizaron postres como el alajú, una especie de turrón hecho de miel, almendras y pan rallado. Además, las frutas secas y escarchadas, como los higos, dátiles y membrillos, eran comunes en las mesas de las familias más acomodadas.
También se preparaban dulces fritos, como los buñuelos de viento, que se elaboraban con harina y se freían en aceite de oliva, para luego ser endulzados con miel o azúcar. Este tipo de postres eran típicos de celebraciones y fiestas importantes.
Dulces de influencia judía
La comunidad judía de Alcalá de Henares también dejó una huella importante en la repostería de la ciudad. Los amarguillos, pequeños dulces de almendra con un toque amargo, se preparaban frecuentemente en las casas judías y su receta ha perdurado a lo largo de los siglos. La sencillez de sus ingredientes, junto con el uso de especias como la canela, reflejan las tradiciones culinarias de esta comunidad.
Frutas confitadas y mermeladas
La conservación de frutas mediante el azúcar o la miel era una técnica heredada tanto de los árabes como de los judíos. Las confituras de membrillo, los higos secos y las manzanas cocidas eran formas de alargar la vida útil de estos productos y aportaban un toque dulce a las comidas.
Bebidas medievales: El vino, la cerveza y más allá
En la Edad Media, las bebidas no solo acompañaban la comida, sino que también tenían un importante papel social y religioso. En Alcalá de Henares, como en otras ciudades medievales, las bebidas variaban según la clase social y la disponibilidad de recursos. El vino era la bebida por excelencia, aunque otras como la sidra y la hidromiel también tenían su espacio en la mesa.
El vino: La bebida predominante
El vino, especialmente el vino tinto, era la bebida más común en la España medieval. Alcalá de Henares, situada en una región cercana a importantes rutas comerciales, recibía vinos de varias zonas de la península. En los monasterios de la ciudad, como el de San Bernardo, el vino también jugaba un papel importante en los ritos religiosos, siendo parte indispensable de la misa y de la vida diaria de los clérigos.
La calidad del vino podía variar considerablemente. Los más humildes bebían un vino aguado, mientras que los nobles podían disfrutar de vinos más refinados, a menudo aromatizados con hierbas y especias.
La cerveza: Bebida del norte
Aunque en las regiones del norte de Europa la cerveza era la bebida principal, en ciudades como Alcalá de Henares, que no tenía la tradición cervecera del norte, esta bebida empezó a ganar popularidad en ciertos círculos a medida que el comercio traía nuevas influencias. La cerveza era más común entre los campesinos y las clases trabajadoras, quienes la preferían en épocas en las que el vino escaseaba.
Hidromiel y sidra: Sabores dulces y fermentados
La hidromiel, una bebida fermentada a base de miel, era común en las mesas de los nobles y clérigos, ya que la miel era un producto caro y difícil de obtener en grandes cantidades. Su sabor dulce y su alto contenido alcohólico la convertían en una bebida reservada para ocasiones especiales.
La sidra, por otro lado, estaba más presente en las zonas del norte, aunque en ciudades como Alcalá también se consumía de manera ocasional. Las manzanas locales se utilizaban tanto para hacer mermeladas como para preparar esta bebida.
Aguas aromatizadas y tisanas
Además del consumo de alcohol, las tisanas y aguas aromatizadas también eran muy comunes, sobre todo entre las mujeres y los clérigos. Estas infusiones de hierbas, flores y frutas no solo se bebían por placer, sino también con fines medicinales, aliviando todo tipo de dolencias. Plantas como la menta, la manzanilla y el romero se utilizaban a menudo.
El legado de la cocina medieval en la actualidad
A pesar de los siglos que han pasado, muchos de los sabores y técnicas de la cocina medieval española, especialmente en ciudades históricas como Alcalá de Henares, han perdurado y siguen presentes en nuestra gastronomía actual. La herencia de los guisos, las especias y las formas de conservación ha dejado una huella profunda en los platos que disfrutamos hoy en día.
Platos medievales que han llegado a nuestros días
Recetas como el cocido, que en su versión medieval incluía carnes y legumbres cocidas lentamente, han evolucionado con el tiempo pero siguen siendo un pilar en la gastronomía española. De igual forma, la sopa de ajo continúa siendo un plato reconfortante que recuerda las comidas sencillas y sabrosas de los campesinos medievales.
El uso de especias como el azafrán, el comino y la canela, popularizadas por las influencias árabe y judía, sigue presente en nuestra cocina actual, especialmente en platos típicos como el cordero asado o algunos dulces tradicionales.
El Mercado Cervantino: Una ventana al pasado
Uno de los ejemplos más vivos de la conservación de este legado es el Mercado Cervantino, que se celebra cada año en Alcalá de Henares. Este evento no solo rinde homenaje a la figura de Miguel de Cervantes, sino que también recrea con gran fidelidad la vida en la España medieval, incluyendo su gastronomía.
Los visitantes del mercado pueden disfrutar de platos inspirados en la época, desde guisos y carnes asadas hasta dulces tradicionales, todo ello en un ambiente que evoca la Edad Media con gran detalle. Así, Alcalá mantiene viva su herencia culinaria medieval, no solo como un recuerdo del pasado, sino como una experiencia que sigue formando parte de la identidad de la ciudad.
La cocina medieval en la gastronomía española moderna
Hoy en día, muchos restaurantes y eventos gastronómicos en España siguen utilizando técnicas e ingredientes que fueron comunes en la Edad Media. La mezcla de culturas que definió esa época sigue siendo una parte esencial de la diversidad culinaria del país, y es especialmente visible en lugares históricos como Alcalá de Henares, donde la historia y la gastronomía van de la mano.
La riqueza de la cocina medieval en la actualidad
La cocina medieval de la España de los siglos pasados no solo fue un reflejo de la diversidad cultural y religiosa de la época, sino que también sentó las bases de muchas de las recetas y sabores que hoy disfrutamos. En ciudades con un legado histórico tan significativo como Alcalá de Henares, esa herencia culinaria sigue presente, tanto en la vida cotidiana como en eventos como el Mercado Cervantino, donde los visitantes pueden viajar al pasado a través de los sabores.
Los guisos de legumbres, las carnes especiadas, los dulces de influencia árabe y judía, y las bebidas que acompañaban las mesas medievales siguen siendo parte de la identidad gastronómica española. Así, la gastronomía medieval no solo ha sobrevivido, sino que ha evolucionado, manteniendo viva la conexión entre pasado y presente.